El Santo Padre recordó las palabras de Moisés que anuncian la venida de Cristo: “Después de mí, tiempo después, vendrá un profeta como yo, ¡como yo!, que os enseñará”.
El Papa explicó que “Moisés anuncia a Jesús como el profeta definitivo. Por ello, Jesús no habla con autoridad humana, sino con la divina, porque tiene el poder del profeta definitivo, es decir, del Hijo de Dios que nos salva, que nos cura a todos”.
La predicación de Jesús muestra su autoridad y el de su enseñanza. Jesús “predica con autoridad propia, como alguien que tiene una doctrina que procede de sí mismo, y no como los escribas que repetían tradiciones anteriores y leyes recibidas”.
“La enseñanza de Jesús tiene la misma autoridad de Dios que habla; de hecho, con una sola orden libera fácilmente al poseído del maligno y lo cura. Su palabra hace lo que dice, porque Él es el profeta definitivo, es más, es el Verbo mismo de Dios hecho hombre. Por eso habla con autoridad divina”, argumentó el Papa Francisco.
Jesús es un profeta “con autoridad, que atrae con su autoridad a la gente, y también es el profeta que libera, el profeta prometido que es el Hijo de Dios que sana”, subrayó el Papa Francisco.
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