Durante la ceremonia realizada el 1 de julio, el prefecto emérito señaló que “hoy se exige a la Iglesia desvincular la caridad de la fe, lo que se pide a la Iglesia es que se centre exclusivamente en las obras de caridad, y si a las obras de caridad les falta la fe, entonces ya no hablamos de caridad, sino de filantropía”.
“El mundo no pone objeciones a las obras concretas de misericordia, sin embargo, sí muestra hostilidad hacia la verdad de la fe, especialmente en el marco de la ‘dictadura del relativismo’ que tantas veces ha denunciado el Papa Benedicto XVI. Se exige a la Iglesia para ser aceptada que renuncie: puedes creer en Dios, pero cuando hagas caridad, adáptate a los criterios del mundo, a las ideologías del momento, a los intereses de los que gobiernan”, aseguró el prefecto emérito.
Sin embargo, advirtió que de ser así, se “impediría una de las mayores obras de caridad que pueden hacerse que es la predicación del Evangelio. Para el cristiano, la caridad implica precisamente ese reconocimiento, así lo ha enseñado el Papa Francisco diciendo que, para los cristianos, ‘implica reconocer al mismo Cristo en cada hermano abandonado o excluido’”.
Además, el Cardenal Sarah cuestionó que sea posible que exista la paz, como efecto de la caridad, si no hay verdad.
Sobre los países en los que se proponen penas de cárcel a quienes ofrecen ayuda material o espiritual a las personas que van a los centros de abortos, el Cardenal Sarah aseguró que “la dignidad de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural no es patrimonio exclusivo de la fe cristiana, pero sí es una parte irrenunciable de la misma. Nadie se opondría a que a una mujer embarazada se le ofrezca ayuda material, pero si esa ayuda hace explícito el convencimiento de la dignidad inviolable de la vida que alberga en su seno, entonces ese acto de caridad se ve rechazado y perseguido por el mundo. Y no faltan, incluso entre los que se dicen cristianos, quienes exigen que se renuncie a este tipo de acciones”.
Mons. Bernardito Aúza, Nuncio Apostólico en España, participó en el acto de investidura y destacó que se trata de un “merecido reconocimiento”.
“Gratitud y dignidad ante la Divina Presencia han sido dotes del Cardenal Sarah. Muchas gracias, pues, a las autoridades académicas, que han sabido valorar la labor pastoral, el mensaje y la enseñanza del Cardenal Sarah”, aseguró Mons. Aúza.
Por su parte, el Cardenal Antonio Cañizares, Arzobispo de Valencia, destacó que el Cardenal Sarah es un “sabio pastor que también sabe de la amargura de la persecución y del gozo del testimonio libre de la fe de la Iglesia en Jesús, su piedra angular, presidida por Pedro y sus sucesores, cuya palabra no está encadenada”.
“Debemos estar agradecidos al Papa Francisco por haberle situado a la cabeza de la Congregación responsable de la liturgia de la Iglesia”, aseguró el Arzobispo de Valencia y recordó la “extraordinaria lucidez al elaborar un diagnóstico real del mundo moderno y de la Iglesia que, lejos de ser pesimista, lleva a un nuevo ardor apostólico, no se entretiene en ofrecer soluciones humanas”.
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