Cómo salvar nuestras almas en el último instante

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«Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia».

1 Juan 1, 9

Recuerdo un tío de mi esposa Vida muy enfermo. Una noche fuimos a visitarlo y le pregunté: “¿Está preparado?” Me miró con serenidad y respondió: “Estoy listo Claudio, con mis maletas preparadas para cuando me llame el Señor”.

Estaba tranquilo, había recibido el Sacramento de la Unción de los Enfermos.

Pero, en caso de una tragedia, lejos de toda posibilidad de conseguir un sacerdote, ¿cómo hacemos?

Morir sin asistencia espiritual

La guerra espiritual que se desarrolla ante nosotros y nuestra salvación eterna son temas  que siempre me han inquietado.

No me canso de hablarte de ello. Lo haré una y otra vez hasta que este tesoro llegue a todos.

Piénsalo, con esta dolorosa pandemia, miles personas han muerto sin poder tener un sacerdote que los asista, en su paso a la eternidad.

Muchos contagiados del Covid-19 morían solos.  Según los medios noticiosos, han muerto más de un millón de personas, solo en Brasil son  514.000.

¿Cuántos pudieron tener acceso a un sacerdote y recibir los sacramentos? Hablamos de la eternidad, no es cualquier cosa. Pero casi no pensamos en ella.

Un medio eficaz para casos extremos

La Iglesia que es Madre y maestra nos brinda un medio eficaz para salvar nuestras almas de la condenación en casos extremos -como accidentes y ahora esta pandemia-, o cuando estamos en momentos críticos y no podemos acceder a un sacerdote para confesarnos.

Es tan sencillo que sorprende.

Primero la pregunta: “¿Puedo salvar mi alma si muero sin tener a un sacerdote que me confiese en mi último momento?”

La respuesta es “Sí”. 

Es una noticia tan importante, y maravillosa que no puede pasar desapercibida. 

Hablamos de nuestra eternidad

Te ruego la compartas con cuantos puedas.

Pero,  ¿dónde encuentras esa buena noticia? Está  en el Catecismo de nuestra Iglesia. Te copiaré textualmente lo que dice.

1451 Entre los actos del penitente, la contrición aparece en primer lugar. Es «un dolor del alma y una detestación del pecado cometido con la resolución de no volver a pecar».

1452 Cuando brota del amor de Dios amado sobre todas las cosas, la contrición se llama «contrición perfecta«(contrición de caridad). Semejante contrición perdona las faltas veniales; obtiene también el perdón de los pecados mortales, si comprende la firme resolución de recurrir tan pronto sea posible a la confesión sacramental.

El papa Francisco lo ha recordado por esta pandemia:

“¿Qué puedo hacer si no encuentro sacerdotes? Haces lo que dice el Catecismo. Si no encuentras un sacerdote para confesar, habla con Dios, él es tu Padre, y pídele perdón con todo el corazón, con el acto de dolor. Y prométele: Más tarde confesaré, pero perdóname ahora”.

Amable lector, ahora lo sabes, la Misericordia de Dios es infinita y está al alcance de todos.

Comparte esta noticia, habla de esto, ayudemos a salvar almas, la tuya, la mía, la de millones de personas en el mundo.

¡Dios te bendiga!

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