Los embates del crimen organizado en la ciudad argentina de Rosario han generado que sacerdotes, religiosas, agentes pastorales -también ministros de otras religiones- lanzaran un valiente mensaje de denuncia
Los cierres preventivos por la pandemia de clubes, colegios, entidades del Estado, fueron aprovechados por el narcotráfico en Rosario. En ese sitio no cesó su actividad, denuncia la pastoral de la Drogadependencia de la Arquidiócesis.
La ciudad santafesina, una de las más importantes de la Argentina, sufre desde hace décadas los embates del crimen organizado, que hizo de ella uno de los epicentros de su actividad, sirviéndose particularmente de los más vulnerables para funcionar. Sólo en 2020, se registraron 212 asesinatos en la ciudad, más de la mitad de ellos asociados al narcomenudeo. Y sólo en los últimos días, dos hombres, uno de ellos un joven de 19 años, fueron baleados en plena vía pública en distintos hechos.
Ante este escenario, sacerdotes, religiosas, agentes pastorales, y también ministros de otras religiones se unieron para alzar la voz y desde distintos lugares. Por ejemplo, en un caso desde el cementerio de La Piedad, entre cruces y lápidas que hacen más frío al invierno, lanzaron un valiente mensaje de denuncia.
Dolor y violencia
“Nos duele profundamente ver que niños, adolescentes y jóvenes pierden la vida en los barrios a causa de la violencia. Hasta bebés han perdido la vida y las familias quedan devastadas”, comentó el padre Fabián Belay. En este caso, un referente de la Pastoral Arquidiocesana de la Drogadependencia, en declaraciones difundidas por la agencia AICA.
“La violencia de las balaceras que provoca muertes en nuestros barrios es la que más nos duele. La pandemia hizo que las instituciones del Estado, los clubes, las escuelas, dejaran de estar presentes. Nos preocupa que el narcotráfico sea la respuesta a las situaciones de los barrios, muchas veces es la única salida laboral que tienen los jóvenes expulsados del sistema educativo”, dijo a su turno el padre Claudio Castricone.
Las bandas al acecho
Ocurre, como afirmó el padre Belay, que “hay presencias que no se fueron de los barrios durante la pandemia: las bandas delictivas y el narcomenudeo siguieron allí».
«El Papa lo dijo hace poco, cuando se debilita la presencia del Estado aparecen otros actores que vienen a reemplazar al Estado y estamos preocupados por eso. Los niños y adolescentes están siendo captados por esas bandas”, prosiguió
Un año y medio sin escuelas y clubes puede llegar a dejar grandes secuelas, advirtió el padre Belay. Fue él quien reclamó mesas de trabajo, más que de diálogo, para sumar y salir adelante.
La vida consagrada
En un video difundido desde el Hogar del Padre Misericordioso, reconocida obra de acogida al vulnerable que lucha contra las adicciones, la vida consagrada de Rosario confirmó su mismo compromiso contra la violencia con la declaración Felices por la paz.
“Los consagrados y consagradas que compartimos la vida y la misión con personas en situación de vulnerabilidad en la ciudad de Rosario vemos con mayor preocupación la creciente violencia instalada en nuestras calles los últimos años”.
El diagnóstico y el impacto de la pandemia alarma, como advierten. Pero no paraliza. “De nuestra parte, seguiremos ofreciendo nuestro trabajo en comunidad en favor de los más pobres y nuestra colaboración con todos los niveles del estado para ayudar a revertir esta situación. Nos unimos en la oración para que haya un desarrollo humano integral, paz y justicia, en nuestra ciudad y todo el país”.
La pastoral de la drogadependencia, tanto en Rosario, como en otras ciudades de la Argentina, ha sido en muchos casos la única en alzar la voz sobre la situación padecida por los más vulnerables en los barrios más humildes del país, víctimas del narcotráfico. Por su denuncia, pero también por su obra de acogida en el intento de ocupar al vulnerable con educación, deporte, trabajo, oración, sus agentes han sido en numerosos casos blanco de amenazas. Pero su labor no ha mermado, y por el contrario, se ha multiplicado.
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