La instagramer Mar Dorrio aconseja cómo gestionar el fin de un noviazgo sin hacer ni hacerse daño
Estamos viviendo un momento social de grandes rupturas sentimentales, como las de Shakira y Gerard Piqué, o la de Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler. Rupturas que no sólo han llenado las páginas y las horas de la crónica rosa, sino que también han tenido repercusión en la música y en la literatura. Pero, en todas esas horas de televisión o en las páginas de las revistas, poco o nada se habla sobre cómo deben hacerse estas cosas correctamente.
La intimidad de cada uno
Primero, intimidad. Un discreto comunicado es más que suficiente para indicar el cese de la relación y, en el caso de las personas de a pie como tú y como yo, un «hemos decidido dejarlo» es más que suficiente. No hay que dar más explicaciones.
Segundo, señorío. ¿Te acuerdas de la frase del bolero que decía: «Dile a quien te pregunte que no te quise, […], échame a mí la culpa de lo que pase,…»? Nada más elegante que dejar siempre bien a la otra persona, aunque te haya herido. Es la mejor manera de cicatrizar correctamente la herida. Despotricar de la otra persona sólo nos llenará de cortisol, y algo bueno tendría esa persona con la que compartiste una época de tu vida. Una gran opción: el silencio. Si no puedes alabar, cállate. De callarte no te arrepentirás nunca.
Tercero, el refranero popular decía que «los caballeros no tenían memoria«, es decir, que los caballeros no presumían de sus conquistas, no desvelaban antiguas relaciones, salvaguardaban información del pasado. Ahora, con el empoderamiento femenino, deberíamos aplicarnos el mismo cuento: ser discretas, calladas, reservadas… Cualquier otra actitud, propia de fanfarrones, sería reproducir los micromachismos que tanto criticamos.
En esta línea de discreción, y del derecho de las personas a rehacer sus vidas, tenemos que mostrar esa misma delicadeza también en nuestras redes sociales. Eliminando cualquier foto, reseña o comentario que deje entrever una antigua intimidad.
¿Qué hago con las fotos?
Cuarto, devolver los regalos, fotos o cartas. Son detalles, palabras, que se nos regalaron en un momento dado, en ese contexto de intimidad, pudiendo ser malinterpretadas si caen en manos de terceras personas ajenas a las circunstancias originales. Esas cartas tenían sentido en un contexto que ahora ya ha terminado. Esto yo lo aprendí con una ruptura: mi exnovio, con una elegancia y delicadeza infinita, me entregó una caja con todos los objetos que generamos durante el noviazgo; yo las había quemado… Me quería morir, pero bueno, es aprender de los errores, y ojalá alguien pueda aprender con el mío. Una caja con los retazos de ese pasado, y los deseos de un maravilloso futuro.
Quinto, por los «ex», se reza. ¿Por qué? Porque, si le has hecho daño, le ayudarás a superar el momento. Tus oraciones le ayudarán a mitigar el dolor. Si se da la situación inversa, le ayudarán a que el Espíritu Santo le asesore mejor en futuras ocasiones. Y, si ha sido el desgaste el que terminó con la relación, cierras la puerta encomendándole con todo el cariño del mundo.
Otra razón de peso para rezar por los «ex», es apagar cualquier tentación de morriña de otros tiempos. Ya que con los años pasa como cuando miras por un retrovisor: todo parece armonioso, sin los efectos que sólo puedes apreciar con el microscopio del presente. Rezar por ellos te ayudará a colocarlos en su sitio, sin dedicarles demasiado tiempo.
Elegancia, respeto, discreción, prudencia, delicadeza… Palabras que no han llenado ni las horas ni las hojas de la crónica rosa de esta sociedad nuestra, pero absolutamente necesarias para recordar, enseñar, educar, en cómo se deben terminar las relaciones. Why not?
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