Oraciones para alejar al diablo de la propia vida, pero no exorcismos solemnes
Para alejar al diablo, ¿qué oraciones se pueden rezar? ¿Cuáles son las más efectivas? ¿Los laicos pueden rezar solo oraciones de liberación pero no hacer exorcismos? El autor Marcello Lanza ofrece respuestas en su libro La lucha contra Satanás en la vida mística (Dehoniane).
El exorcismo es un sacramental. El Catecismo (1673) explica de qué tipo:
«Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del Maligno y sustraída a su dominio, se habla de exorcismo«.
Todo creyente puede orar por su propia liberación y la de sus hermanos pero no hacer exorcismos solemnes. Añade el Catecismo:
«El exorcismo solemne llamado «el gran exorcismo» sólo puede ser practicado por un sacerdote y con el permiso del obispo.
En estos casos es preciso proceder con prudencia, observando estrictamente las reglas establecidas por la Iglesia.
El exorcismo intenta expulsar a los demonios o liberar del dominio demoníaco gracias a la autoridad espiritual que Jesús ha confiado a su Iglesia«.
Oraciones
Entre las oraciones de liberación más eficaces están las oraciones de petición. Se pueden rezar individualmente o en grupo.
Pueden pedir la liberación del miedo, del poder de los demonios en casos de percibir agresión diabólica, reclamar el sacramento del bautismo y la libertad de los hijos de Dios afectados por Satanás, la liberación de las tinieblas.
Esta última también la podemos entender en el contexto de la oración ante los embates de la tentación diabólica.
Las diferentes invocaciones
Además de las oraciones, se pueden rezar las invocaciones. Invocaciones a la Santísima Trinidad , invocaciones a Cristo Señor (en algunas de ellas, donde se menciona la cruz, los fieles hacen la señal de la cruz sobre sí mismos), invocaciones a la Santísima Virgen María, invocaciones al Arcángel Miguel, letanías en que se pueden añadir otros nombres de santos y beatos.
Sin fórmulas ni esquemas
De hecho, la sola invocación –por ejemplo la de alabanza presente en las invocaciones a la Santísima Trinidad–, si es expresión de una búsqueda sincera de comunión con Dios, ya es una oración de liberación. No es necesario recurrir a fórmulas o esquemas rituales precisos.
Todo esto permite comprender que el verdadero camino de liberación de la extraordinaria influencia de Satanás sigue siendo siempre la conversión.
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El ejemplo de Jesús
La conversión, en efecto, es la verdadera victoria contra el poder de Satanás. Porque empuja al hombre a buscar el bien y la verdad siguiendo el ejemplo de Jesús, o aceptando cualesquiera que sean las consecuencias y sacrificios que se derivan de ellos.
La perseverancia en la conversión es una verdadera lucha contra el demonio, una lucha espiritual necesaria para cooperar con la gracia divina y recibir mayores progresos en la vida mística.
La cruz
Si no se comprende la extensión de este gran camino espiritual, toda oración de liberación corre el riesgo de ser en vano.
Convertirse significa seguir a Jesús llevando la cruz: sin embargo, la cruz como expiación, la cruz como camino de perdón y de salvación no encaja en un determinado patrón de pensamiento.
Perdón
Jesucristo venció al demonio cuando aceptó libremente el cruento sacrificio de la pasión y muerte en la cruz por el perdón de los pecados.
Vence a Satanás cuando en el sufrimiento da el perdón a todos los hombres, justificándolos ante Dios Padre porque no sabían lo que estaban haciendo ( cf. Lc 23,34 ), pero sobre todo no sabían quién estaba detrás de la negación de Jesús, es decir, ese Satanás que rechaza la cruz como el don supremo del amor de Dios por los hombres.
El arma más poderosa
Las formas de conversión son diferentes y específicas para cada converso, pero todas incluyen el poder del perdón.
La conversión es el lugar por excelencia de la lucha contra Satanás en la vida mística, ya que el Maligno no teme tanto al exorcismo como al poder del perdón, porque esta es la verdadera arma con la que Cristo ha destruido sus obras.
Sin impedimentos
Cuando una persona es víctima de fenómenos diabólicos extraordinarios, esto no le impide seguir su camino de unión con Dios: su voluntad, de hecho, incluso en el caso de posesión demoníaca, permanece siempre libre.
Los demonios, cuando toman posesión de una persona, ejercen su poder sobre sus fuerzas físicas, pero no tienen la facultad de involucrar el libre albedrío, a menos que la persona misma lo permita.
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