La justicia argentina reabrió dos investigaciones que involucran a importantes figuras históricas de la Iglesia
Una de las investigaciones tiene que ver con la identificación de los responsables del asesinato del laico beato Wenceslao Pedernera. Otra con el esclarecimiento de la muerte de monseñor Carlos Ponce de León, obispo de San Nicolás, ambas relacionadas con sucesos ocurridos durante la última dictadura militar.
El 10 de febrero de 2023, casi 47 años después de su homicidio, se inició el juicio oral para el esclarecimiento del asesinato perpetrado contra el ya beatificado Wenceslao Pedernera, laico, esposo y padre de familia. El obispado de La Rioja y la familia se constituyeron como querellantes ante la justicia federal para esta causa.
Este mismo mes, la Cámara Federal de Rosario declaró la nulidad de la causa que juzgaba como accidental la muerte ocurrida en 1977, en la ruta, del entonces obispo de San Nicolás, monseñor Carlos Horacio Ponce de León.
Con nuevas pericias y testimonios, se abre una nueva investigación para dilucidar si la muerte, ocurrida de forma muy similar a la que acabó con la vida del beato Enrique Angelelli algunos meses antes, fue fruto de un homicidio premeditado.
Ponce de León era un reconocido intercesor por la libertad de los detenidos políticos durante el gobierno militar, y recibía numerosas amenazas de parte de quienes lo juzgaban marxista. Hace algunos años, uniéndose al recuerdo que la diócesis de San Nicolás realiza sobre él, el Papa Francisco expresó que «Ponce de León no negoció ni la verdad ni la ternura del Evangelio».
La verdad los hará libres
Por estos días la película Argentina 1985 compite por el premio Oscar a mejor película internacional. El film narra, con distintas licencias artísticas propia de la síntesis cinematográfica, el juicio a las juntas militares que gobernaron el país entre 1976 y 1983.
El actor Ricardo Darín interpreta al fiscal Julio Strassera, quien lideró la investigación que llevó a la condena por un gran número de delitos de privación ilegal de la libertad, torturas y homicidios a cinco miembros de la última dictadura.
Las investigaciones de los crímenes se detuvieron poco después con los decretos y las leyes que delimitaron responsabilidades y luego dieron amnistía, motivo por el cual, hasta su derogación en 2003, no se cursaron varias de las investigaciones hoy abiertas.
Desde entonces, algunas de las causas llevaron a nuevas condenas por crímenes de lesa humanidad. Otras fueron desestimadas. Otras están largamente dilatadas, con acusados que en algunos casos fallecieron detenidos sin que se esclareciese su responsabilidad o se encuentran con prisiones preventivas sin aparente límite.
Y muchos cuestionan la realización de los juicios, tanto por el contexto desde el que se juzgan hechos ocurridos hace casi 50 años, como por la omisión de la investigación sobre los crímenes perpetrados por los grupos terroristas. Pero en el medio, hay muchos que no saben qué ocurrió con sus hijos, con sus padres, con sus hermanos.
Recientemente, consolidando un esfuerzo iniciado hace varias décadas, el Episcopado argentino dio un paso definitivo en transparentar la documentación con la que cuenta sobre la violencia vivida en el país aquellas décadas.
En «La verdad los hará libres: la Iglesia católica en la espiral de violencia en la Argentina 1966-1983», el Episcopado argentino presenta la primera desclasificación de los documentos que se encontraban archivados en el Vaticano y la Iglesia argentina sobre uno de los periodos más cruentos de la historia argentina. Un total de 40 personas trabajaron durante 5 años en una investigación que estudió no sólo a la jerarquía sino a distintos miembros de la Iglesia, incluido laicos y religiosos.
Una nueva publicación
Como aclaró en una reciente entrevista a Télam el padre Carlos Galli, uno de sus autores, en el libro no se habla del destino final de los desaparecidos, ya que «no es que la Iglesia supiera más y tuviera escondida esa información». «Lo que buscamos investigar es cómo actuó la iglesia frente a los pedidos que le llegaban en base a lo que estaba sucediendo», explicó.
La obra cuenta de tres tomos, de los cuales se publicó solo el primero, editado por Planeta. Se espera que los otros dos salgan a la luz próximamente. Y aborda un espectro de años mayor al que se suele abordar al acercarse a los acontecimientos violentos de aquellos años. La investigación no comienza con el golpe de estado de 1974, sino que se remota al inicio del conflicto entre movimientos guerrilleros y las fuerzas del estado.
En múltiples instancias la Iglesia argentina, desde distintos actores, promovió la reconciliación entre las partes. Para hacerlo también ha pedido disculpas de manera institucional por no haber logrado frenar el fratricidio. En el 2000, en un recordado gesto, desde el Episcopado se pidió perdón «por los silencios responsables y por la participación efectiva de muchos de sus hijos en tanto desencuentro político, en el atropello a las libertades, en la tortura y la delación, en la persecución política y la intransigencia ideológica, en las luchas y las guerras, y la muerte absurda que ensangrentaron nuestro país».
En ocasiones, ante la acusación de que la noción de «reconciliación» encerraba intenciones ideológicas, usó otras formulaciones. Pero esto no supuso la evasión de la búsqueda por la verdad y la justicia, más allá de posturas personales de algunos de sus miembros.
Paz y justicia
«La justicia no es sinónimo de venganza, es necesaria. Y aunque el Evangelio impone el perdón, esto no quiere decir que las cosas no deban aclararse con leyes justas», decía el Obispo de Quilmes siervo de Dios Jorge Novak, a quien el Papa Francisco recientemente definió como «una luz para el pueblo argentino».
«La paz sin justicia no es verdadera paz, no tiene fundamento sólido ni posibilidad de futuro», acaba de plantear el papa Francisco durante la recepción a los magistrados del Tribunal del Estado del Vaticano. El contexto de guerra en Europa no da lugar a dudas sobre el contexto en el que Francisco propone estas ideas. Pero la postura del Santo Padre está en absoluta sintonía con la de sus predecesores, que en uno y otro contexto la han sostenido.
«La paz para todos es el fruto de la justicia para todos», proponía Benedicto XVI. «No hay paz sin justicia; no hay justicia sin perdón», clamaba Juan Pablo II en el mensaje por la Jornada Mundial de la Paz tras los atentados terroristas de las Torres Gemelas. «Si quieres la paz, trabaja por la justicia», proponía Pablo VI mientras el mundo peleaba en parcelas la llamada Guerra Fría.
Entre quienes aún no percibieron la justicia se encuentran numerosos familiares de laicos, algunos de ellos también oficiales militares, sacerdotes y religiosos. Entre ellos la familia de Ponce de León y el beato Pedernera, quien, en el piso, muriendo luego de ser acribillado, le dijo a su familia sobre sus asesinos: «Perdónenlos, no odien, yo ya los perdoné».
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