¿Puede un cristiano poner un altar de difuntos por día de muertos? Esto explica sacerdote

, 01 Nov. 21 (ACI Prensa).- Ante la próxima celebración de la Fiesta de los Fieles Difuntos, conocida en México y en otros países de la región como Día de Muertos, un sacerdote mexicano respondió a la inquietud: ¿puede un cristiano poner un altar o una ofrenda de muertos?

A través de su canal de YouTube, el P. José de Jesús Aguilar, subdirector de Radio y Televisión de la Arquidiócesis Primada de México, subrayó que “la muerte no es un personaje, simplemente es una limitación humana, y por eso nosotros no damos culto ni admiramos la limitación humana, sino más bien los cristianos damos culto a la vida”.

El sacerdote mexicano destacó que “Cristo se ha hecho hombre para decirnos que el ser humano puede trascender si vive el amor, si está tomado de la mano de Dios, que Él que es inmortal, que es eterno, puede hacer que nuestra vida continúe en el más allá”.

“Por lo tanto, un Cristiano no da culto a la muerte”, subrayó, sino que “da culto a Dios, que es la fuente de la vida. Y por lo tanto, un cristiano tiene cultura de vida y no cultura de muerte”.

Tras reflexionar sobre cómo tras la muerte y la descomposición del cuerpo humano lo que suele quedar son los huesos, el P. Aguilar señaló que “también en el cristianismo, los cráneos han representado lo fugaz de la vida. Ya lo dice uno de los libros de la Sagrada Escritura: todo es pasajero, todo es vanidad. Vanitas en latín significa lo que es pasajero”.

El sacerdote indicó además que “si tú llegas a la Basílica de San Pedro, vas a ver sus esculturas, donde los Papas son representados con sus atuendos, con su tiara papal, pero debajo de ellos está un esqueleto, quizás incluso con un reloj de arena, indicando aunque haya sido Pontífice, aunque haya sido muy espiritual, tarde o temprano la vida corporal, la vida material, ya termina”.

“Muchos cráneos, también en algunas tumbas de frailes, eran para eso, no para burlarse de la muerte, ni tampoco para decir ‘nos gustan los cráneos, qué maravillosos’”, dijo.

Por eso, continuó, “si ponemos un cráneo en algún lugar no es porque estemos dando culto a la muerte, o porque queremos ya pronto morimos, sino para recordar ese paso fugaz”.

“En este sentido, si alguien utiliza un cráneo en este tiempo o en cualquier otro para recordar el paso fugaz de esta tierra, no hay ningún problema”, explicó.

El sacerdote mexicano destacó los cráneos “embellecidos” popularmente usados en estos días en México, y señaló que se trata de una forma de “disimular el miedo” a la muerte.

“Si tú le preguntas a cualquier gente, la mayoría tiene miedo a la muerte, no quiere morirse”, dijo, por lo que “cuando se disfraza un poquito de algo jocoso, de algo divertido, de algo no tan terrible, ayuda a que no sea tan doloroso ese momento”.

Al referirse luego específicamente al altar, el P. Aguilar señaló que este “es una estructura consagrada al culto religioso”.

“Sobre un altar se hacen o bien ofrendas o bien sacrificios”, dijo.

Luego indicó que “las ofrendas, desde el punto de vista cristiano, pueden tener 3 sentidos”, siendo el primero es “ofrecer algo que Dios puede recibir”.

“En este caso, el mejor altar cristiano es donde se ofrece la Santa Misa, porque esa es la mejor ofrenda, ya que Cristo es quien se ofrece en el altar”, dijo.

“Claro que también algunas personas tienen en su casa pequeñas mesas o repisas altares en donde colocan, por ejemplo, alguna imagen de la Divina Providencia o de Cristo, ante las que colocan flores o velas”, añadió.

El “segundo sentido de la ofrenda cristiana”, continuó, es el de “ofrecer algo que nos recuerda en este altar el ejemplo o intercesión de la Virgen María y los santos”.

El P. Aguilar subrayó que se trata de “una forma de veneración” y “nunca como adoración, porque a los ángeles, a los santos, a la Virgen María, no se les adora, solamente se les venera”.

El tercer sentido de la ofrenda cristiana, continuó, es “ofrecer algo en memoria o recuerdo de nuestros difuntos”, como una forma de “agradecer todo el bien que nos hicieron y para pedir por su eterno descanso y el perdón de sus pecados”.

En este tipo de ofrendas, dijo, se encuentran “los lugares donde se coloca una fotografía del difunto o de los difuntos, o alguna vela o veladora”.

Para el P. Aguilar, un altar de muertos cristiano puede “conjugar” la parte artística, con los colores, las calaveras de azúcar, entre otros elementos, con aquellos que sirvan para “reafirmar nuestra fe en la resurrección en que nuestros difuntos han trascendido a este mundo y se encuentran o bien en camino, en el purgatorio, o han llegado ya a la meta definitiva que es el amor de Dios y el Gozo Eterno”.

“Por lo tanto, los altares cristianos tienen que ser altares que hablen de agradecimiento a Dios por todo lo que Él les dio a nuestros difuntos en esta tierra, y porque los llevó a su presencia”.

“Y también un agradecimiento a los difuntos, a nuestros seres queridos, por todo el bien que nos hicieron”, añadió.

Estos altares de muertos, subrayó, “deben de ser altares llenos de luz y color, porque Cristo es la Luz del mundo”.

“Pueden tener un poco de sal para significar que nuestros seres queridos fueron sal, que dio sabor a nuestra vida, o también agua, para indicar que fueron bautizados”.

El sacerdote mexicano indicó que en este altar de muertos cristiano puede haber también “una Cruz o crucifijo, que es el precio de la redención, el precio de la redención de los difuntos y también la Cruz de cada día que ellos decidieron tomar para seguir a Cristo”.

“En el campo de los signos pueden entrar también sus fotografías para indicar que los recordamos y extrañamos”, así como “las flores, signo de sus buenas obras, signo de alegría por su resurrección, y también signo de que, como las flores, nosotros nos marchitaremos y tendremos un final”.

“Pero no triste, sino lleno de esperanza, porque como las flores, antes de marchitarse alegraron el mundo con su color y perfumado del mundo, con sus aromas”, dijo.

En el altar de muertos, continuó, se pueden colocar “alimentos, pero no para que ellos vengan a consumir, sino para recordar lo que gozaron y les gustó en esta vida”.

“Los alimentos que nuestros padres nos ofrecieron con su trabajo o bien los alimentos que compartimos con ellos, las cenas de Navidad, los cumpleaños, están reflejados en nuestros alimentos”, indicó.

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