Lo hace un grupo de reclusos a través del lanzamiento de un disco con villancicos que cuenta también con la ayuda de la pastoral carcelaria de la Arquidiócesis de Cuenca
Lo acontecido en Ecuador en las últimas semanas es aterrador. El enfrentamiento entre bandas rivales en la Penitenciaría del Litoral (Guayaquil) masacres carcelarias con más de 150 reclusos fallecidos. La situación derivó en la declaración del estado de excepción en Ecuador y por estas horas se hacía referencia a una comisión para pacificar las cárceles.
Mientras el ruido persiste, y la ola violencia y delincuencia se ha transformado en tema de conversación en los últimos meses en el país sudamericano, desde una cárcel de Cuenca emerge un sonido distinto.
En este caso los protagonistas también son reclusos. En este caso 10 personas que lejos de la noticia más dolorosa vinculada a las cárceles en Ecuador, hoy trascienden por el lanzamiento de un disco de villancicos grabado en un estudio instalado en el Centro de Privación de Libertad (CPL) de Turi.
3.000 copias, apoyo de la iglesia y un sueño
“Vientos de Libertad”. Así se llama el grupo creado por estos reclusos, tal cual recoge El Universo de Guayaquil. Se trata del resultado que generó una convocatoria en el centro de reclusión. A través de la misma se invitaba a los internos a participar de un taller para construir instrumentos andinos. El éxito del llamado derivó en la validación de instrumentos en el Conservatorio de Música de Cuenca. Por último, la gran misión: grabar un disco de villancicos.
Efectivamente, la perseverancia y los ensayos derivaron en que aquello se pudiera hacer realidad con seis canciones a ritmo de balada, albazo y sanjuanito, prosigue El Universo. No sé Niño hermoso, Noche de paz, Niño viajero, Sumac Jesús y Canto por la paz son algunas de esas canciones. En el último caso, un tema que busca ofrecer un mensaje de esperanza en medio de la peor crisis carcelaria que vive el país.
Pero detrás de este disco hay dos particularidades más. Por un lado, el apoyo de la pastoral carcelaria, algo que permitió que los discos se puedan vender en la librería de la Arquidiócesis de Cuenca. Por otro, el sueño de poder crear próximamente la primera escuela de música dentro de una cárcel en Ecuador.
Si dudas todos aspectos que lo único que hacen es confirmar que detrás de los barrotes, cuando hay propuestas creativas (aún en medio del dolor y el pago de las penas), hay lugar para una salida esperanzadora (rehabilitación) y no todas son malas noticias.
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