El Papa: Como María, levantarse y caminar con prontitud

Se trata de “los dos movimientos” que hizo la Madre de Dios y “que nos invita también a nosotros” a hacer lo mismo con vistas a la Navidad”, puesto que ella “no piensa a quién pedir ayuda, sino a quién ayudar”, dijo el Santo Padre antes de rezar el Ángelus del cuarto Domingo de Adviento

Al comentar el Evangelio de san Lucas, propuesto por la Liturgia del día, correspondiente al cuarto Domingo de Adviento, que narra la visita de María a Isabel, el Papa Francisco antes de rezar el Ángelus con los fieles y peregrinos que se dieron cita en la Plaza de San Pedro explicó que tras haber recibido el anuncio del ángel, la Virgen no se quedó en su casa, “pensando en lo sucedido y considerando los problemas y los imprevistos, que ciertamente no faltaban”, sino al contrario, lo primero que hizo fue “pensar en quien lo necesita”, en su caso en su pariente Isabel, que era mayor y estaba embarazada.

“María sale de viaje con generosidad, sin dejarse intimidar por los inconvenientes del viaje, respondiendo a un impulso interior que la llama a hacerse cercana y a ayudar”

Y lo hizo “compartiendo su alegría”. Lo hizo donando “a Isabel la alegría de Jesús, la alegría que llevaba en el corazón y en el vientre”, dijo el Papa. “Va donde ella y proclama el Magníficat”.

Dos verbos de movimiento: levantarse y caminar

Además, el Santo Padre destacó que María para hacer esto, tal como se lee en el texto, “se fue con prontitud”. Por esta razón, “en el último tramo del camino del Adviento”, Francisco invitó a dejarnos “guiar por estos dos verbos”.

“Levantarse y caminar con prontitud: son los dos movimientos que María hizo y que nos invita también a nosotros a hacer en vista a la Navidad”

Aprender de María a reaccionar

Francisco invitó a imaginarmos “¡cuántos pensamientos y turbaciones tenía!” la Virgen tras el “anuncio del ángel”, puesto que para ella “se perfilaba un período difícil” con un “embarazo inesperado” que “la exponía a incomprensiones y también a penas severas”.

“Sin embargo, no se desanima, no se desespera, sino que se levanta. No mira hacia abajo, hacia los problemas, sino a lo alto, hacia Dios. Y no piensa a quién pedir ayuda, sino a quién ayudar”

Por esta razón el Santo Padre afirmó que “aprendemos de la Virgen esta forma de reaccionar: levantarse, sobre todo cuando las dificultades amenazan con aplastarnos”.

“Levantarnos, para no empantanarnos en los problemas, hundiéndonos en la autocompasión y en una tristeza paralizante”

Mientras ante la pregunta de “¿por qué levantarnos?”, el Papa explicó: “Porque Dios es grande y está preparado para levantarnos si nosotros le tendemos la mano”.

“Entonces arrojemos en Él los pensamientos negativos, los miedos que bloquean todo impulso e impiden ir adelante. Y después hagamos como María: ¡miremos a nuestro alrededor y busquemos alguna persona a la que podamos ser de ayuda!”

De ahí la pregunta que deberíamos hacernos, por ejemplo, si ¿hay algún anciano que conozco al que puedo hacer un poco de compañía, un servicio, un favor, una llamada?

“Ayudando a los otros, nos ayudaremos a nosotros mismos a levantarnos de las dificultades”

En cuanto al “segundo movimiento”, “caminar con prontitud”, el Obispo de Roma explicó que no “quiere decir proceder con agitación”, sino “más bien de conducir nuestras jornadas con paso alegre, mirando adelante con confianza, sin arrastrarnos por la desgana, esclavos de las lamentaciones, siempre buscando alguien a quien culpar”.

“Yendo hacia la casa de Isabel, María procede con el paso rápido de quien tiene el corazón y la vida llenos de Dios, llenos de su alegría”

Caminar con prontitud hacia la Navidad

La siguiente pregunta sugerida por Francisco fue: “¿Cómo es mi ‘paso’? ¿Soy propositivo o me quedo en la melancolía?”.

“Si procedemos con el paso cansado de los gruñones o de los chismorreos, no llevaremos a Dios a nadie. Hace mucho bien, sin embargo, cultivar un sano sentido del humor, como hacían, por ejemplo, Santo Tomás Moro o San Felipe Neri”

“No nos olvidemos de que el primer acto de caridad que podemos hacer al prójimo es ofrecerle un rostro sereno y sonriente. Es llevarles la alegría de Jesús, como hizo María con Isabel”, dijo Francisco, antes de invocar a “la Madre de Dios” para que “nos tome de la mano, nos ayude a levantarnos y caminar con prontitud hacia la Navidad!”.

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