Viaje a Chipre, el Papa: Una iglesia paciente, fraterna y que sabe discutir

El papa Francisco, en la tierra en la que San Pablo y Bernabé discutieron sin perder la fraternidad, animó a que la Iglesia sepa discutir con franqueza, pero sin perder la unidad

“La Iglesia no quiere uniformar, sino integrar con paciencia”. El papa Francisco desea una iglesia que sabe discutir con franqueza su realidad, pero sin perder la unidad, pues “no debemos sentir la diversidad como una amenaza contra la identidad» y porque no debe “haber muros en la Iglesia católica”. 

Lo dijo Francisco, este 2 de diciembre de 2021, en su primer día en Chipre ante unos 300 clérigos, religiosos y laicos católicos en la catedral maronita de Nuestra Señora de Las Gracias en Nicosia.  

El Papa animó a ver su diversidad como una riqueza, como si fueran ”una ensalada de frutas», dijo el Papa, haciendo sonreír a la asamblea, como hizo varias veces durante su discurso, que reconoció que fue «demasiado largo». 

Para el Obispo de Roma, la Iglesia de Chipre es el reflejo de un «mosaico de encuentros», consecuencia de la llegada a lo largo de los años de «hermanos y hermanas migrantes”.

Aquí, la Iglesia tiene «los brazos abiertos», insistió el Papa, «acoge, integra, acompaña». Por eso es un «mensaje» hoy para una Europa marcada por la crisis de fe.

Volviendo a la historia de los apóstoles Pablo y Bernabé, que discutieron antes de separarse, el Papa Francisco reconoció que en la Iglesia puede ocurrir que no se esté de acuerdo. 

Al igual que en una familia, se puede discutir y reñir, insistió el Papa, que acabó contando que Pablo y Bernabé se reconciliaron más tarde.

«Esto es la fraternidad en la Iglesia: podemos discutir visiones, sensibilidades e ideas diferentes», resumió, argumentando que una discusión acalorada era también una «oportunidad para crecer y cambiar”, dijo el Papa en la abarrotada catedral maronita, donde pronunció el primer discurso oficial de su 35º viaje apostólico. 

Pablo y Bernabé

“Incluso entre los hermanos hay discusiones, a veces peleas”, dijo el Papa en la Tierra que ha visto discutir sinodalmente, sin perder la unidad al apóstol Pablo y Bernabé, porque los hermanos  “no se separan por razones personales”. El Papa dijo que ellos discutieron con pasión sobre  “cómo llevar a cabo la misión, y tienen visiones diferentes”.

El Papa aplica su idea de que la Iglesia está viva, viva en el pueblo y no es una Iglesia de museo. Una Iglesia que no dialoga y que no se confronta no está haciendo lo que el Espiritu Santo pide, ser fermento. 

“Bernabé quiere traer al joven Marcos a la misión, Pablo no. Discutieron, pero de algunas cartas posteriores de Pablo se desprende que no queda ningún rencor entre ellos. Incluso a Timoteo, que se uniría a él más tarde, Pablo le escribió: «Procura venir pronto a verme… Llévate a Marcos y tráelo, porque me será útil en el ministerio» (2 Timoteo 4: 9, 11). 

Francisco dice que “esta es la fraternidad en la Iglesia: podemos discutir visiones, puntos de vista -y es apropiado hacerlo, es apropiado, esto es bueno, un poco de discusión es buena- sobre diferentes sensibilidades e ideas, porque es malo no discutir”. 

El Pontífice desconfía “cuando hay esta paz demasiado estricta”, pues afirmó “no es de Dios. En una familia, los hermanos discuten, intercambian puntos de vista”. 

El Papa dijo con franqueza: “Desconfío de los que nunca discuten, porque siempre tienen «agendas» ocultas.”

“Esta es la fraternidad de la Iglesia: se pueden discutir visiones, sensibilidades, ideas diferentes, y en ciertos casos decirse las cosas francamente a la cara, esto ayuda en ciertos casos, y no decirlas por detrás con una cháchara que no hace ningún bien a nadie”. 

Francisco es el Papa que impulsa el diálogo y la reflexión en la Iglesia. Por eso, asegura que el “debate es una oportunidad para crecer y cambiar”. Pero, la discusión – dice el Papa – no es “para hacer la guerra, no para imponernos, sino para expresar y vivir la vitalidad del Espíritu, que es amor y comunión”. 

“Discutimos, pero seguimos siendo hermanos”. Ese es el mensaje para una Iglesia sinodal, una Iglesia que camina junta. 

La diversidad no es una amenaza

Entretanto, elogió la «diversidad» de la Iglesia en la isla y la considera como un modelo incluso para  Europa. 

La ciudad Nicosia, está justo en el centro de la isla de Chipre, la tercera más grande del Mediterráneo. La misma que se encontró dividida en dos partes, una grecochipriota y otra turcochipriota, por una Línea Verde, una línea de demarcación, en 1974, tras la invasión turca.

El Papa ha venido como peregrino. Tras recorrer los 50 kilómetros que separan el aeropuerto de la catedral en un Fiat 500, fue recibido por unas palabras del cardenal Béchara Boutros Raï, patriarca de Antioquía de los maronitas, y por los testimonios de dos monjas que viven en la isla.

«Les miro y veo la riqueza de vuestra diversidad», dijo el pontífice latinoamericano a los miembros de las comunidades maronitas y latinas que llevan siglos en la isla”. 

La catedral de Santa María de Las Gracias, es donde se reúne la antigua comunidad maronita, de la que quedan no más de 7.990 fieles, procedencia es Líbano y luchan por mantener su identidad, especialmente después de la ocupación turca. 

La diversidad no debe percibirse como una «amenaza a la identidad», continuó el Pontífice, invitando al clero y a los cristianos a recordar a «toda Europa» que es necesario «trabajar juntos, superar las divisiones, derribar los muros y cultivar el sueño de la unidad» para construir un futuro digno de la humanidad.

«No debe haber muros en la Iglesia católica», dijo, esta vez improvisando sobre la riqueza de una diversidad unida por el Espíritu Santo; «Él es el autor de la diversidad y la armonía”.

En efecto, el Papa dijo que es mejor sospechar de aquellas personas que no discuten nunca, y que era mejor temer de ellas porque “algo esconden”, que prefería una Iglesia que sin perder la unidad sabe decir las cosas, con parresía, es decir hablar con franqueza, así como ha invitado a los 5000 obispos en el mundo en el proceso sinodal que durará hasta 2023. 

Refiriéndose a la variedad de ritos y sensibilidades espirituales de la isla, el segundo Papa que pisa suelo chipriota después de Benedicto XVI en 2010 recordó que la Iglesia no debe «estandarizar» sino «integrar con paciencia y compasión». Este es el camino que debe seguir el Sínodo sobre la Sinodalidad, que se iniciará en octubre en todo el mundo.

Preocupación por el Líbano

El Papa comenzó su discurso con un pensamiento para el Líbano, el país de los maronitas situado a unos 100 km de la costa chipriota. «Estoy muy preocupado por la crisis en la que se encuentra y siento el dolor de un pueblo cansado y probado por la violencia y el sufrimiento», dijo. «Llevo en mi oración el deseo de paz que surge del corazón de este país».

Tras este primer encuentro oficial del viaje, el Papa se dirigió al Palacio Presidencial para una ceremonia de bienvenida.

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