Hoy conmemoramos al Beato Luis Variara, fundador de una congregación formada por leprosas

REDACCIÓN CENTRAL, 15 Ene. 21 (ACI Prensa).- “Dios vela sobre su congregación y se sirve hasta de los instrumentos más inútiles para obrar cosas grandes”, dijo alguna vez el Beato salesiano Luis Variara, servidor de los leprosos. Fue el fundador de las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María, una congregación religiosa femenina de derecho pontificio dedicada a la pastoral en hospitales y leprosarios, y, en menor medida, a la educación. Su fiesta se celebra cada 15 de enero.

El Beato Variara nació en 1875 en Italia. A los doce años ingresó al Oratorio de Valdocco y conoció a San Juan Bosco en la etapa final de su vida.

En una ocasión, Luis y sus amigos jugaban en el patio cuando llegó el Santo de los jóvenes. Apresurado, trató de escabullirse entre la multitud para verlo y saludarlo. Justo antes de que se fuera, vio cómo los ojos de Don Bosco lo miraron fijamente. El pequeño Luis, en ese momento, tuvo la seguridad de que había conocido a un hombre santo y que ese santo había visto algo en él, algo que solo Dios le podría mostrar.

Después de aquel encuentro, Luis se interesó mucho en la labor de los salesianos. Con el tiempo se sintió atraído por su carisma y pidió ser admitido en la orden. Realizó su profesión religiosa ante el Beato Miguel Rúa, quien aquel día tuvo un gesto que le resultó muy significativo: Rúa le susurró un juego de palabras al oído. Le dijo: “Variara, no varíes”.

Poco más tarde, Luis conocería al P. Unía, quien era misionero entre los leprosos de Agua de Dios en Colombia. El hermano Luis se trasladó con él allí y se puso al servicio de una población de 2 mil habitantes, de los cuales 800 padecían la terrible enfermedad.

En Agua de Dios organizó una banda musical de niños y jóvenes con lepra. Su intención era generar y fortalecer un clima de alegría santa aunque fuese en medio de una “ciudad del dolor”. El hermano Luis pronto sería ordenado sacerdote (1898) y se convirtió en un gran director espiritual.

En el trabajo pastoral con la juventud se topó con algunas muchachas que decían tener inquietudes vocacionales, pero como ninguna congregación aceptaba a una joven leprosa o hija de leprosos, entonces se le ocurrió organizarlas. Así, el Padre Luis decidió fundar la Congregación de las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, institución que hoy permanece activa en varias naciones de Europa y América.

En 1905 inauguró el asilo “P. Miguel Unía”. Empezó a vivir un período de sufrimientos, incomprensiones y calumnias que duraría hasta su muerte. Tuvo que dejar Agua de Dios por obediencia y fue enviado a trabajar a otras ciudades colombianas y a Táriba, Venezuela, lejos de su obra.

Su salud empeoró de forma preocupante y fue llevado a Cúcuta (Colombia) para que se repusiera. Allí empeoró y partió a la Casa del Padre el 1 de febrero de 1923, con solo 49 años de edad.

Años después sus restos mortales fueron trasladados a la capilla que las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María tienen en Agua de Dios. Fue beatificado por San Juan Pablo II en 2002.

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