Entre el 8 y el 15 de enero, obispos de tres continentes murieron como resultado del coronavirus. Los obispos fallecidos tenían entre 53 y 91 años. Cinco de los obispos murieron en Europa, donde una nueva cepa de COVID-19 ha llevado a muchos países a implementar más restricciones.
Cuatro obispos murieron el mismo día, 13 de enero: El Obispo de Glasgow (Escocia), Mons. Philip Tartaglia, que tenía 70 años; el Obispo de Monze (Zambia), Mons. Moses Hamungole, quien murió a la edad de 53 años; el Obispo de Fano (Italia), Mons. Mario Cecchini, de 87 años; y el Arzobispo emérito de Río de Janeiro (Brasil) Cardenal Eusébio Oscar Scheid, de 88 años.
Mons. Tartaglia dio positivo por COVID-19 después de Navidad y se aisló a sí mismo, pero la arquidiócesis de Glasgow enfatizó que la causa de su muerte no estaba clara actualmente.
Las campanas sonaron en toda la diócesis colombiana de Santa Marta el 12 de enero para honrar al Mons. Luis Adriano Piedrahita Sandoval, de 74 años, quien murió el 11 de enero por complicaciones del COVID-19. El obispo de Trujillo (Venezuela) Mons. Cástor Oswaldo Azuaje, de 69 años, se convirtió en el primer obispo de Venezuela en morir después de contraer el virus el 8 de enero.
El Obispo de la Eparquía greco-católica de Cluj-Gherla (Rumania), Mons. Florentin Crihalmeanu, murió el 12 de enero a los 61 años. Su eparquía lo recordó como “un alma diligente, mansa y humilde”.
El Obispo emérito de Zielona Góra-Gorzów (Polonia), Mons. Adam Dyczkowski, murió el 10 de enero a la edad de 88 años y el arzobispo italiano, Mons. Oscar Rizzato, murió a la edad de 91 años el 11 de enero.
El Papa Francisco expresó sus condolencias por la muerte del Cardenal Scheid en un telegrama el 14 de enero.
“Ofrezco fervientes oraciones para darle la bienvenida a la felicidad eterna y consolarlo con la esperanza en la resurrección ya todos aquellos que lloran la pérdida de su amado pastor”, escribió el Papa.
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