3 cosas que te ayudan a perdonarte lo que hiciste mal y a recuperar la paz
Hay ocasiones en que nuestra conciencia no nos deja dormir tranquilos. Tenemos tantas inquietudes por pecados del pasado que nos persiguen sin compasión.
Sé de mujeres que han cometido un aborto y, arrepentidas por este terrible pecado contra Dios y sus propios hijos, buscan consuelo en el sacramento de la confesión.
Saben que ya Dios las perdonó, pero es tan grande el dolor de conciencia por el hijo muerto, que se confiesan una y otra vez del mismo pecado, sin poder recuperar la paz.
Esta mañana un lector de mis libros y blogs me escribió preguntando cómo “perdonarnos”. “Cada cierto tiempo, algunos errores del pasado, ya confesados, vuelven para empañar la paz de mi corazón”, me dijo.
No es el primero. Conozco muchos que viven situaciones similares. Inmediatamente le respondí con tres recomendaciones que me han ayudado mucho. Pensé que tal vez conozcas alguien en una situación similar por eso te comparto la respuesta.
Puedes hacer tres cosas. A mí y a otros que conozco, les han resultado. Son tres regalos que te vas a dar. Envuélvelos con la oración frecuente y la confianza en Dios Padre, quien mira complacido desde el cielo nuestros esfuerzos por cambiar y mejorar.
1.Si debes pedir perdón a alguna persona, hazlo
Verbal o escrito. No lo demores. Te ayudará a tener paz.
Conocí una familia peleada a causa del dinero. Tenían un año sin hablarse ni verse. Uno de ellos envió una tarjeta a los otros pidiéndoles perdón, diciéndoles que los quería, que sería bueno volver a empezar y normalizar la relación familiar.
Hizo algo más, rezó mucho, pidió a Dios que lo ayudara.
Y ocurrió que su tarjeta tocó sus corazones y al tiempo se perdonaron, abrazaron, volvieron hablarse y a tener reuniones familiares amenas, como si nada hubiese ocurrido.
2.Si debes perdonar a alguna persona, hazlo ya, y de corazón
Quítate ese peso de encima. Olvídalo, pasa esa página y sigue adelante con tu vida.
3.Pídele ayuda a Dios
Me ha pasado igual que a ti que me llegan esos pensamientos ocasionalmente. En ese momento rezo, le digo a Dios: «Sé que tú ya lo olvidaste Señor, yo también lo voy a olvidar y seguiré adelante con mi vida. No voy a dejar que esto me afecte».
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Los pecados confesados Dios los olvidó. Si debes algo, repáralo, pide perdón, compensa el daño, sigue adelante y olvídalo también. Ya pasó.
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